París para flâneurs


¿Qué es un flâneur? Flâneur es un vocablo francés usado para referirse a aquel que camina, que callejea, pero que no lo hace de cualquier modo. Ajeno a los relojes y los caminos marcados, un flâneur camina sin rumbo fijo. A través de su andar indolente, se limita a vagabundear actuando como un explorador urbano que no tiene prisa pero que, sobre todo, no tiene brújula.

¿Y qué es París? París es la capital de Francia. La ciudad de la luz y del amor, de los puentes, de los museos, del Sena, de la moda, de los cafés prohibitivos … Cuna de artistas y de la bohemia, objeto de deseo y rechazo. Pero lejos de tópicos y obviedades, París es una de las capitales más visitadas y, por tanto, manoseadas, del mundo.

Fotografía callejera París

Recuerdo como en mis inicios viajeros una sensación de vértigo me invadía ante estos destinos onmipresentes, poderosos, que se presentaban ante ti con su multitud de encantos y de tareas por delante. Ante la magnitud de la tarea solo te quedaba apretar los dientes, comprimir tu agenda y hacer lo imposible para cumplir con tus deberes turísticos. 3 días, 4 noches, 2 museos, 3 palacios, 5 iglesias, 7 monumentos y 9 restaurantes. La batalla estaba perdida de antemano, sabías que no ibas a estar a la altura y, lo que es peor, no ibas a reconocer nunca que quien no lo estaba, quizás, era ese objeto de deseo viajero que tanto tiempo llevabas persiguiendo.

Con el tiempo he logrado, pero tengo que reconocer que solo en parte, sacudirme esa presión. Se puede, incluso se debe, visitar los grandes iconos turísticos de tu lugar de destino. Recrearte en fotografiar esos monumentos y esas calles que siempre has soñado pisar y que, oh decepción, casi nunca son como te las habían contado o te las habías imaginado. Pero, aunque pueda parecer una insensatez, incluso una necedad, adoptar un rol más pasivo ante sitios que te van a engullir con su sinfín de posibilidades puede ser una de las mejores estrategias para abordarlos. Las guías de viajes, y los estereotipos aprendidos, a veces nos pesan como un catecismo que conviene dejar cerrado a buen recaudo en algún cajón y tirar la llave.

Fotografía callejera París

Caminar es la primera forma de viajar, la forma de desplazamiento más primaria, medio y fin en sí mismo. El flâneur, en su vagar sin rumbo, consciente de la potencialidad de sus pasos, los utiliza para redescubrir territorios sobradamente conocidos y explorados. De esta forma ve lo que otros no ven, percibe lo que otros no perciben y, lo que es más importante, traza su propio mapa, su propia visión, de los lugares a los que sus pies le conducen.

Decía la socióloga Janet Wolf que el flâneur era “el crítico, el escritor, el ensayista, el sociólogo”. Aunque en sus categorías no incluía al fotógrafo callejero, no hay duda de que su perfil encajaría también como anillo al dedo dentro de esa definición. Sin embargo, rara vez se asocia al flâneur con el viajero o con el turista, aunque éste también pasea y saca fotos, quizás más de las que debería. Camina y ve, pero no pasea ni mira.

En los tiempos del “time is money”, de la hiperactividad e instantaneidad más absoluta, en los que todos llegamos tarde a no se sabe muy bien dónde, caminar por el mero placer de hacerlo, es un lujo, un acto casi revolucionario. Y esta rebelión asciende a la categoría de herejía cuando el objeto de tu paseo sin rumbo es una ciudad como París, esa urbe infinita protagonista de incontables relatos y momentos. París, droga dura para el turismo cuñadil especializado en clasificar todo en términos absolutos, “pues a mi me encantó Notre-Dame, pues a mí me decepcionó la Torre Eiffel”. Como si un lugar tan prolijo pudiese responder a clasificaciones tan simplistas y, lo que es mejor todavía, como si a alguien le importasen.

Un flâneur pasea por París y saca fotografías. En este caso un selfie.

Poco queda por aportar sobre el lugar en que ya se han sacado todas las fotografías, se han grabado todas las películas y se han contado todas las historias. Todos hemos estado en París, antes incluso de haber estado en París. Pero esto, que a priori es un hándicap, en realidad es algo tremendamente liberador. Una invitación a dejarse llevar, a renunciar o, en todo caso, “re-visualizar” los caminos perfectamente marcados. A actuar como ese flâneur que en su andar errante no sabe muy bien lo que busca. Y, ya sabe, el que no busca nada, siempre acaba encontrando algo.

Qué mejor manera de hacer tuyo ese lugar que es de todos y que, al mismo tiempo, no pertenece a nadie. De elevar lo aparentemente anodino a la categoría de referencial. De poder decir que has trazado, y ya has olvidado, tu propio camino en un territorio icónico, mil veces conquistado y otras tantas vilipendiado y ensalzado. Sí, París bien vale un paseo.

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Fotografía callejera París


Comments (4)

    • Juan R. Pérez

      Efectivamente Diego, yo no veo nada malo en hacer «tu foto» de aquello mil veces fotografiado. Creo que, a posteriori, siempre se van a encontrar vías diferentes para presentarlo. Y si no es así, tampoco pasa nada, parece que vivimos en la dictadura de la originalidad perpetua. Apertas!

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  1. Miguel

    Al hilo de vuestra conversaciòn me vino la imagen de Sean Penn no fotografiando al leopardo de las nieves en la pelicula de la vida de Walter Mitting.
    Hacer o no hacer la foto solo depende de tu forma de sentir ese momento, de tu proceso interior….quizàs te enriquezca màs no hacerla o quizàs hacerlo sea lo que te pide el alma.
    Excelente artìculo , estoy totalmente deacuerdo con esa manera de viajar….y porque no…de vivir…difìcil hoy en dìa…pero tan necesario….gracias

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