Viajar a través de… un libro (I): Volverás a la Antártida

Resulta una obviedad decir que se puede viajar a través de un libro, igual que se puede hacer a través de una película o de una canción. Se puede viajar también a través de una fotografía, de un aroma, o del sabor de una comida, aunque esto forma parte ya de un terreno más sensorial, ése que tiene una infinita capacidad de evocación en nuestro organismo que quizás todavía no acabamos de entender en toda su magnitud y grandeza.

Que podemos viajar a través de un libro ya lo sabíamos, pero lo hemos re-descubierto, hasta convertirlo en dogma de fe, en estos tiempos pandémicos. Hemos tratado de compensar el escaso desplazamiento físico con infinitos viajes imaginarios desde el sofá de nuestra casa,  gracias a las palabras e ideas construidas por escritores y escritoras que han sido un salvavidas, al menos en el plano mental, en este mundo distópico que no nos acabamos de sacudir del todo.

Paco Gómez es, en sus propias palabras, un “mercenario de la fotografía”. Pero un mercenario con una habilidad indescriptible, pulida a base de talento y mucho trabajo entre bambalinas, para alumbrar proyectos que fusionan palabras con fotografías. Hilo Moreno es explorador, aventurero y trabaja como guía de montaña, a temporadas, en la base española Juan Carlos I de la Antártida. Ambos son los autores de Volverás a la Antártida (el relato a través de WhatsApp de la primera expedición virtual Transantártica), y no se me ocurre un título mejor para inaugurar esta nueva sección del blog. Porque libros que hablen de viajes hay muchos. Libros que hablen de fotografía también. Pero libros que hablen de viajes y de fotografía, y que lo hagan desde una original propuesta, que llega a reformular conceptos como autoría y experiencia viajera, no tantos.

“Me gusta viajar. A mi edad, ya me he hecho a la idea de que hay lugares del mundo que nunca podré visitar. Uno de ellos es la Antártida”. Paco Gómez (Volverás a la Antártida, página 11).

En el año 2012 el robot Curiosity se posaba por primera vez en las lomas de Marte. A lo largo de los meses siguientes este artefacto fue lo más parecido a los ojos de los científicos de la NASA que, a miles de kilómetros de distancia, le indicaban qué muestras tenía que captar y qué fotografías tenía que hacer. Por primera vez en la historia la tecnología hacía viable recorrer, casi en tiempo real, parajes que apenas unas décadas antes formaban parte del terreno de la ciencia ficción.

Volverás a la Antártida parte de una premisa que no puede dejar de recordarnos a la génesis de la expedición marciana del Curiosity. Paco Gómez se entera de que Hilo está desplazado en la Antártida pero, a diferencia de otras ocasiones, esta vez cuentan con conexión con el resto del mundo a través de WhatsApp. Le falta tiempo para mandarle un mensaje con una propuesta de esas que Vito Corleone diría que no se pueden rechazar: “se me ha ocurrido un proyecto fotográfico a medias. Yo te propongo una imagen desde aquí y tú la ejecutas en la Antártida. Así mis ojos viajarán a un lugar en el que nunca estaré”.

El resultado final son las 253 páginas de Volverás a la Antártida, en las que Paco Gómez se sirve de los ojos y las manos de Hilo Moreno, su Cusiosity particular, para mostrarnos un continente mítico e inalcanzable para la mayoría de los mortales y lo hace a través de un sinfín de referencias fotográficas y un simple teléfono móvil en su faceta de cámara y elemento de comunicación.

“Se buscan hombres para viaje peligroso. Salarios bajos. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se garantiza retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”. Oferta de empleo de Shackleton para reclutar tripulantes para la Expedición Imperial Antártica.

La palabra Antártida nos sugiere, casi de forma automática, territorios lejanos, inhóspitos y casi virginales. Una de las pocas porciones de tierra donde el ser humano no ha extendido, todavía, de forma conquistadora sus expoliadoras garras. Desde una faceta más viajera y romántica, nos evoca esas épicas aventuras de los primeros exploradores de principios del siglo XX, con nombres como Amundsen, Shackleton, Peary o el malogrado Scott.

Irremediablemente todos ellos tienen, por méritos propios, su protagonismo en las páginas de Volverás a la Antártida y no solo por lo extraordinario y meritorio de sus epopeyas, sino porque éstas no estarían tan instaladas en el imaginario colectivo popular sin el trabajo de los fotógrafos que los acompañaban.

Titanes del mundo de la fotografía como Frank Hurley o Herbert Ponting compensaban sus escasos, austeros e incómodos recursos, con toneladas de coraje, talento y muchísimo oficio. El resultado es un trabajo fotográfico portentoso, sin el cual las hazañas de sus “patrones” hubieran ocupado un escalafón mucho más humilde en el terreno del misticismo y del márketing de la gloria. Una vez más se demuestra que una historia es menos historia si está mal contada y que la forma importa, tanto o más, que el fondo.

Volverás a la Antártida no tiene la épica de estas epopeyas, ni probablemente su calidad fotográfica, pero estos colosos de la fotografía y de la expedición aventurera tienen reservadas en sus páginas el lugar que merecen. Su excepcional trabajo es una referencia inevitable, un ancla, que permite a Paco Gómez e Hilo Moreno re-crear de nuevo sus imágenes y aventuras, y a nosotros, los lectores, ponernos, aunque solo sea superficialmente, bajo la piel y en las sensaciones de exploradores y fotógrafos que transitaron senderos con los que nosotros no podemos más que soñar.

“Un amigo me dice que no hay como no tener ni puta idea de algo para que la gente te entienda al contarlo”. Hilo Moreno (Volverás a la Antártida, página 37).

Pero Volverás a la Antártida se construye desde una óptica más terrenal y cotidiana en la que fotografía, viaje y WhatssApp van siempre de la mano. Pendiente día y noche de que el fino e invisible hilo de internet que permite unir Madrid con la base Juan Carlos I en la Isla Linvingston no se rompa, Paco Gómez va dando indicaciones de qué y cómo fotografiar a Hilo Moreno y éste, a su vez, alimenta la imaginación del primero contándole las rutinas y el día de día de los integrantes de una base científica en suelo antártico. De este modo, se construye un relato, a modo de diario, con tres facetas muy diferenciadas: la fotográfica, la viajera y la de la cotidianidad en una base científica. Las tres se entremezclan formando un todo que da como resultado final una historia contada (y fotografiada) a cuatro manos.

Por las páginas de Volverás a la a la Antártida aparecen ilustres nombres de la fotografía como Robert Cappa, Josef Kouldeka, August Sander, Castro Prieto o Sebastiao Salgado. Su trabajo sirve de base, o de excusa, para que Paco Gómez proponga “ejercicios” fotográficos a Hilo Moreno, ejercicios que abarcan diferentes géneros fotográficos como retratos, bodegones, paisajes o fotografía documental. Estas encomiendas, usadas muchas veces a modo de plagio, se convierten en la herramienta para acercarnos al día a día de la base Juan Carlos I y para viajar por un continente inalcanzable para la mayoría de los mortales.

Abundan los retratos del personal científico y de apoyo de la base, siempre acompañados de reseñas y comentarios de sus trabajos y funciones. Viajamos a través de las fotografías de los paisajes antárticos, sobre todo los icebergs bautizados de forma original por los autores. Tampoco podían faltar imágenes de pingüinos y de parajes inhóspitos teñidos de blanco, o afectados por las tormentas e inclemencias meteorológicas. También se retratan los interiores, las estancias de trabajo y convivencia, huecos anodinos que nos recuerdan que el día a día allí no debe de ser nada fácil. Incluso Mazinger Z y el fútbol, probablemente la única cosa en el mundo más emocionante que viajar y fotografiar, también tienen su hueco en las páginas del libro. Paco Gómez propone, Hilo Moreno ejecuta y nosotros viajamos, y desmitificamos, un continente lejano e inexplorado a nuestros ojos y, por desgracia, a nuestros pies.

“Hablas de la Antártida como si hubieras estado allí. Tú nunca has viajado a la Antártida”. El hijo de Paco Gómez cuestionando a su padre (Volverás a la Antártida, página 201).

Pero como sucede con todo proyecto, y con todo viaje, éste acaba adquiriendo vida propia y termina siendo algo muy diferente a lo inicialmente planificado. Hilo Moreno se revela como un fotógrafo con mucha iniciativa y Paco Gómez como un entusiasmado viajero en la distancia.  Entre los dos acaban conformando un relato viajero y fotográfico donde los roles terminan por confundirse, y que nos invita a reflexionar sobre conceptos como autoría fotográfica, experiencia viajera y desplazamiento físico.

¿Es necesario visitar físicamente un lugar para poder decir que hemos estado en él? ¿Tiene razón el hijo de Paco Gómez en ese arrebato de sinceridad infantil, que golpea el ego viajero de su padre? ¿Quién es más fotógrafo en Volverás a la Antártida, el que hace click en el botón de la cámara (en este caso el móvil) o quien construye la imagen aunque sea a distancia y la procesa cuando la recibe? ¿Qué papel juegan, y jugarán más en el futuro, a la hora de construir una experiencia fotográfica y viajera, las nuevas tecnologías?

Todas estas preguntas no se abordan de modo literal en Volverás a la Antártida pero, inevitablemente, subyacen a medida que avanzamos en sus páginas. Quizás el mejor ejemplo de estas reflexiones lo encontramos, de forma simbólica, en uno de los ejercicios que Paco Gómez propone a Hilo Moreno: una doble exposición basada en una fotografía original de Alberto Schommer. Una doble exposición no es más que dos instantes diferentes que, fusionados,  generan una nueva imagen. Dos entes, a priori distintos, de cuya unión nace un tercero. Puede que ésta sea la mejor definición de lo que es, en el fondo, Volverás a la Antártida, un viaje fotográfico y literario que parte de roles y orígenes distintos, uno ubicado en Madrid y otro en la base Juan Carlos I, pero de cuya fusión nace un resultado distinto, con personalidad propia.

Quizás nunca vaya a estar en la Antártida. Quizás nunca vaya a poder fotografiar sus icebergs, pingüinos o glaciares, ni mucho menos retratar a sus científicos y personal técnico. Pero Volverás a la Antártida me ha dado la posibilidad primero, de disfrutar, y, segundo, de ver que la idea de fotografiar y viajar es mucho más amplia y enriquecedora de lo que inicialmente pensaba. Solo hace falta un poco de imaginación, pero una imaginación al alcance de unos pocos, de esos que se definen a sí mismos como “mercenarios de la fotografía”.

“Info” extra:

1. Ficha técnica: Volverás a la Antártida (el relato a través de WhatsApp de la primera expedición virtual transantártica). Paco Gómez e Hilo Moreno. Editorial: Fracaso Books. Medidas: 14 x 21,5 cm. 256 páginas. Ilustrado con fotografías.
2. Más información sobre el proyecto en este vídeo.